Enfermedades de perros: los ataques de pánico
Puede que tengas un perro en casa que no soporta los petardos o algún ruido estruendoso, como las tormentas, disparos de armas de fuego…
Si no es tu caso, seguro que conoces a alguien o algún vecino te ha
comentado en un momento puntual que su perro está afectado por una fobia
de este tipo y que no saben como hacer para que se le pase.
El caso es más serio de lo que parece ya que los animales responderán a
estos ruidos de manera desproporcionada en contraposición a una
respuesta normal y más equilibrada.
El perro cree que su vida corre serio peligro y tiene un ataque de
pánico, poniendo en la mayoría de los casos, en peligro su seguridad. En
ese estado huirá despavorido, pudiendo golpearse con objetos, o cruzar
la calle a lo loco con el consiguiente riesgo de ser atropellado por un
coche.
También puede ocurrir que se desoriente y perderse, o volverse agresivo.
Esta
conducta puede deberse a varios factores, genéticos, hormonales o
situaciones traumáticas, pero hay que tener en cuenta un factor muy
importante en este tipo de conducta “irracional” que es una incorrecta
socialización a edades tempranas.
Otro factor a tener en cuenta es la raza, algunas son más propensas que otras.
Esta patología compartamental está asociada a otros problemas de
conducta, como puede ser la ansiedad por separación, miedo a personas
que no conoce o a otros animales. Con todo lo expuesto anteriormente es
muy importante que por nuestra parte hagamos todo lo posible para atajar
el problema, de nos ser así podéis estar seguros de que la cosa irá a
más.
Si vemos que tiemblan, jadean, salivan excesivamente, tienen nauseas o
molestias abdominales, ladran sin motivo aparente y de forma reiterada,
aúllan o manifiestan una conducta agresiva, puede ser que se esté
enfrentando a un ataque de pánico.
Daros cuenta que a veces no vemos bien el motivo de su comportamiento ya
que no encontramos una razón motivada a nuestros ojos, pero para el
perro está totalmente justificada, hay que tener presente que ellos
tienen una capacidad auditiva superior a la nuestra y son sensibles a
sonidos que nosotros no podemos detectar y nos pasan totalmente
desapercibidos.
Muchas veces la fobia no sólo es al ruido, sino al objeto
que
lo causa, por ejemplo, si le tiene miedo a los disparos, seguramente si
tenemos un arma en casa y el perro la ve, se pondrá igual de mal que si
hubiésemos disparado, ya que relacionará una cosa con la otra (mal que
le pese a muchos que dicen que los perros ni asocian ni relacionan). O
puede ponerse nervioso antes de una tormenta porque captan de manera
asombrosa los cambios de presión atmosférica.
Y os preguntareis qué es lo que podéis hacer ante semejante situación.
Si sabéis que lo que le asustan son los truenos, es conveniente que
estemos pendientes del servicio de meteorología y si nos enteramos de
posibles tormentas en nuestra localidad, trataremos de sacarlo y darle
un buen paseo, que sea más grande de lo habitual para que llegue más
cansado a casa y esté más relajado ayudando a incrementar los niveles de
serotonina.
Crearemos
un lugar seguro para él y trataremos de distraerlo con juegos o
actividades que le gusten. Crearemos un lugar seguro para él y
trataremos de distraerlo con juegos o actividades que le gusten.
Cerraremos puertas y ventanas para amortiguar el ruido y pondremos la
tele o la radio.
Puedes probar a modificar su conducta, si tienes la posibilidad de
grabar el sonido para reproducirlo, al principio bajito e ir subiendo el
volumen poco a poco a lo largo de las semanas, para intentar que se
habitúe. Si se lo comentamos al veterinario quizá nos de un ansiolítico,
pero ten en cuenta que el medicamento por sí solo no curará la fobia.
Lo mejor y lo más efectivo es la modificación de la conducta, si con
vuestro esfuerzo y tesón las cosas no mejoran lo más sensato es llevarlo
a un etólogo para que vuestra mascota deje de sufrir. Pero por favor no
tardéis mucho en hacerlo.
Con los tranquilizantes, se conseguirá que la respuesta del perro a su miedo se amortigue.
Se premiará siempre la conducta de tranquilidad mientras se aumenta paulatinamente la exposición.
El guía deber permanecer tranquilo y nunca recurrir al castigo durante
el tratamiento. Si el perro es dominante debemos apartarlo de los demás
ya que es muy probable que acabe contagiándolos.
En el caso de que se trate a un perro sumiso, la presencia de perros
dominantes que no reaccionen al estímulo sería muy beneficiosa.
Nos guardaremos bien de enseñarle al perro a relacionar conductas
instintivas con su fobia. Por ejemplo que muerda mientras están
detonando tracas explosivas, ya que en este caso estaríamos fomentando
su agresividad y condicionándolo de forma incorrecta.
En términos generales debemos huir de asociar el desencadenante con estímulos de supervivencia o reproducción.
Algunos autores sugieren la posibilidad de que alguna causa orgánica y
no genética o aprendida, justifiquen alguna fobia del tipo innata. La
hiperacusia podría ser una de ellas ya que para un perro que oye
demasiado, la sola presencia de un agente ruidoso podría ser
desencadenante de miedo por dolor.
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