domingo, 5 de febrero de 2012

El padre de la Etología. Konrad Lorenz.

Naturalista y zoólogo, se le puede reconocer como padre de la etología.

Llegó a ser muy conocido por sus discrepancias con el movimiento de la época, que decía que con el nacimiento del ser vivo no venía nada inherente con él, sino que su educación y ambiente serían determinantes en su conducta (ambientalismo).


Por su parte, Lorenz, identificó, tras la observación en el hábitat natural de los animales unos patrones establecidos de conducta de los cuales demostró que estaban genéticamente determinados. Dichos patrones son de vital importancia para la supervivencia animal, como lo es también sus características fisiológicas y que ambos factores tenían un desarrollo evolutivo similar.




Para Lorenz, el objetivo del biólogo es volver comprensible un sistema orgánico como un todo, no como lo haría un físico que sólo vería una parte, y de ahí sacar una “normativa general”.


Tras haberse informado de las conexiones ecológicas más generales, el investigador emprenderá el inventario de las partes y tratará de comprender qué tipo de interacción se da entre cada una de ellas y todas las demás, y por tanto con el todo.


Según él no se podrá resolver el problema si nos centramos en un componente aislado, antes bien se debe saltar constantemente de una parte a otra y acrecentar nuestro saber acerca de cada una de ellas.


Con él surgió la definición de Impronta, concepto que se podría definir como unos patrones de acción fijos, que están genéticamente determinados y se manifiestan a través de la influencia del ambiente particular a una especie animal. Sugería que dichos patrones son tan importantes para la supervivencia animal como sus características fisiológicas y que ambos factores tenían un desarrollo evolutivo similar.




Por ejemplo, los ánades nacen con una disposición a considerar madre al animal o artilugio que se mueva de un modo concreto y a una determinada distancia. Esta programación genética desencadena una serie de comportamientos que favorecen la protección de la cría al amparo de sus progenitores.


La reacción a estos estímulos sólo se produce en determinados “periodos sensibles”

Y que son una mezcla de instinto y aprendizaje.

Si bien la impronta primaria que reciben los perros como mamíferos es el de su madre, no menos importante son los periodos de socialización que siguen a la misma.

Esta etapa de socialización óptima se situa entre la 3ª y la 9ª semana de vída.

El interés primario de los etólogos es entender los mecanismos y la programación que producen patrones innatos de comportamiento, y las motivaciones por las cuales los animales se comportan de la forma en que lo hacen. Konrad Lorenz (1939, 1965, 1981) y Niko Tinbergen (1948, 1951) catalogaron el comportamiento de numerosos animales en su medio ambiente natural. Juntos desarrollaron el etograma, que es una lista completa de todas las conductas que un animal despliega en su entorno natural.


El etograma incluye los comportamientos innatos tanto como los adquiridos. Una contribución interesante a la etología provino de los estudios sobre la conducta de hacer rodar huevos que tiene el ganso gris (Lorenz, 1965, 1981). Lorenz observó que cuando una gansa clueca veía un huevo fuera de su nido, se le desencadenaba un programa instintivo para recuperarlo. La gansa se concentraba en el huevo, se erguía para extender su cuello más allá del mismo, y lo hacía rodar hacia atrás hasta meterlo en el nido.


Este comportamiento se desenvolvía de una manera muy mecánica. Si se retiraba el huevo mientras la gansa comenzaba a extender el cuello, igualmente ella completaba el patrón de hacer rodar un huevo inexistente hacia el nido. Lorenz (1939) y Tinbergen (1948) llamaron a esto "patrón fijo de acción". Sorprendentemente, Tinbergen también descubrió que una gansa clueca puede ser estimulada a hacer el trabajo de rodar el huevo con cosas tales como una lata de cerveza o una pelota de béisbol. El patrón fijo de acción de hacer rodar el huevo de vuelta al nido puede ser desencadenado por cualquier cosa que haya fuera del nido que se parezca remotamente, a un huevo. Tinbergen constató que las gansas poseen un mecanismo genético de activación de este patrón fijo de acción. Lorenz y Tinbergen denominaron "estímulo señal" al objeto que desencadena la activación de un patrón fijo de acción. Cuando un ave madre ve la boca abierta de sus crías, esto desencadena el comportamiento maternal de alimentarlas, y la madre alimenta a sus crías. La boca abierta es otro ejemplo de estímulo señal, que actúa como un interruptor que enciende un programa determinado genéticamente (Herrick, 1908; Tinbergen, 1951).



Los etólogos también explicaron la respuesta innata de escape de los gansos pequeños que recién han roto el cascarón. Cuando éstos son puestos a prueba con una silueta de cartón con forma de halcón que se mueve sobre ellos, esto desencadena una respuesta característica de escape. Los pequeños gansos se agazaparán o correrán. En cambio, cuando la silueta se invierte para que parezca un ganso, no hace efecto (Tinbergen, 1951). Diversos integrantes de la comunidad científica dudaban de la existencia de un instinto tan invariable, pues algunos científicos no lograron repetir los resultados de estos experimentos (Hirsh y otros, 1955). Recientemente, Canty y Gould (1995) replicaron estos experimentos clásicos y explicaron por qué habían fallado los otros. En primer lugar, los gansitos sólo responden a la silueta cuando tienen menos de siete días de edad. Segundo, se debe usar una silueta grande, que haga sombra. Tercero, los gansitos responden a diferentemente la percepción del predador, según las circunstancias. Por ejemplo, las aves sometidas a la prueba individualmente tratan de escapar de la silueta del halcón, y las aves criadas y expuestas en grupos tienden a agazaparse (Canty y Gould, 1995).


No obstante, la base de la respuesta tiende a ser el miedo. Se ha comprobado que patitos de corta edad tienen una mayor variación en el pulso cardíaco cuando ven la silueta del halcón (Mueller y Parker, 1980).

Investigaciones de Balaban (1997) indican que las vocalizaciones y movimientos de cabeza de los pollos, que son propios de la especie, son controlados por grupos distintos de células cerebrales. Para demostrarlo, Balaban trasplantó células nerviosas de embriones de perdices a embriones de pollos. Los pollos nacidos de los huevos trasplantados tuvieron trinos y movimientos de cabeza típicos de las perdices.

¿Hay patrones fijos de acción similares en los mamíferos? Fentress (1973) dirigió un experimento con ratones, que mostró claramente que los animales tienen patrones de comportamiento instintivo propios de cada especie, que no requieren de aprendizaje. Ratones de un día de vida fueron anestesiados y se les amputó una parte de sus patas delanteras. Se les dejó una parte suficiente de esas patas como para que pudieran caminar con facilidad. Las operaciones fueron realizadas antes de que los ratones tuvieran movimientos plenamente coordinados, de modo que no tuvieron oportunidad para aprender. Cuando estos ratones se hicieron adultos, siguieron teniendo comportamientos propios de su especie, como el movimiento de lavarse la cara. Los ratones normales cierran los ojos justo antes de que las garras pasen sobre su cara, y los amputados también los cerraban antes de que la garra inexistente les tocara la cara. Fentress (1973) concluyó que este experimento demostraba la existencia de instintos en los mamíferos.


Esto es a grandes, muy grandes rasgos lo que Konrad Lorenz llegó a desarrollar y descubrir a través de sus trabajos y observaciones.

Recibió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1973, compartido con Nikolaas Tinbergen y Karl R. von Frisch los tres zoólogos, y todos trabajando en el estudio del comportamiento animal, lo que causó cierta sorpresa en el mundo científico. Los argumentos del tribunal sueco de los premios Nobel, fue que sus trabajos contribuían a comprender mejor algunos aspectos de la psiquiatría.



Falleció en 1989 en Alterberg, Austria.

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