El padre de la Etología. Konrad Lorenz.
Naturalista y zoólogo, se le puede reconocer como padre de la etología.
Llegó a ser muy conocido por sus discrepancias con el movimiento de la
época, que decía que con el nacimiento del ser vivo no venía nada
inherente con él, sino que su educación y ambiente serían determinantes
en su conducta (ambientalismo).
Por su parte, Lorenz, identificó, tras la observación en el hábitat
natural de los animales unos patrones establecidos de conducta de los
cuales demostró que estaban genéticamente determinados. Dichos patrones
son de vital importancia para la supervivencia animal, como lo es
también sus características fisiológicas y que ambos factores tenían un
desarrollo evolutivo similar.
Para Lorenz, el objetivo del biólogo es volver comprensible un sistema
orgánico como un todo, no como lo haría un físico que sólo vería una
parte, y de ahí sacar una “normativa general”.
Tras haberse informado de las conexiones ecológicas más generales, el
investigador emprenderá el inventario de las partes y tratará de
comprender qué tipo de interacción se da entre cada una de ellas y todas
las demás, y por tanto con el todo.
Según él no se podrá resolver el problema si nos centramos en un
componente aislado, antes bien se debe saltar constantemente de una
parte a otra y acrecentar nuestro saber acerca de cada una de ellas.
Con él surgió la definición de Impronta, concepto que se podría definir
como unos patrones de acción fijos, que están genéticamente determinados
y se manifiestan a través de la influencia del ambiente particular a
una especie animal. Sugería que dichos patrones son tan importantes para
la supervivencia animal como sus características fisiológicas y que
ambos factores tenían un desarrollo evolutivo similar.
Por ejemplo, los ánades nacen con una disposición a considerar madre al
animal o artilugio que se mueva de un modo concreto y a una determinada
distancia. Esta programación genética desencadena una serie de
comportamientos que favorecen la protección de la cría al amparo de sus
progenitores.
La reacción a estos estímulos sólo se produce en determinados “periodos sensibles”
Y que son una mezcla de instinto y aprendizaje.
Si bien la impronta primaria que reciben los perros como mamíferos es el
de su madre, no menos importante son los periodos de socialización que
siguen a la misma.
Esta etapa de socialización óptima se situa entre la 3ª y la 9ª semana de vída.
El interés primario de los etólogos es entender los mecanismos y la
programación que producen patrones innatos de comportamiento, y las
motivaciones por las cuales los animales se comportan de la forma en que
lo hacen. Konrad Lorenz (1939, 1965, 1981) y Niko Tinbergen (1948,
1951) catalogaron el comportamiento de numerosos animales en su medio
ambiente natural. Juntos desarrollaron el etograma, que es una lista
completa de todas las conductas que un animal despliega en su entorno
natural.
El etograma incluye los comportamientos innatos tanto como los
adquiridos. Una contribución interesante a la etología provino de los
estudios sobre la conducta de hacer rodar huevos que tiene el ganso gris
(Lorenz, 1965, 1981). Lorenz observó que cuando una gansa clueca veía
un huevo fuera de su nido, se le desencadenaba un programa instintivo
para recuperarlo. La gansa se concentraba en el huevo, se erguía para
extender su cuello más allá del mismo, y lo hacía rodar hacia atrás
hasta meterlo en el nido.
Este comportamiento se desenvolvía de una manera muy mecánica. Si se
retiraba el huevo mientras la gansa comenzaba a extender el cuello,
igualmente ella completaba el patrón de hacer rodar un huevo inexistente
hacia el nido. Lorenz (1939) y Tinbergen (1948) llamaron a esto "patrón
fijo de acción". Sorprendentemente, Tinbergen también descubrió que una
gansa clueca puede ser estimulada a hacer el trabajo de rodar el huevo
con cosas tales como una lata de cerveza o una pelota de béisbol. El
patrón fijo de acción de hacer rodar el huevo de vuelta al nido puede
ser desencadenado por cualquier cosa que haya fuera del nido que se
parezca remotamente, a un huevo. Tinbergen constató que las gansas
poseen un mecanismo genético de activación de este patrón fijo de
acción. Lorenz y Tinbergen denominaron "estímulo señal" al objeto que
desencadena la activación de un patrón fijo de acción. Cuando un ave
madre ve la boca abierta de sus crías, esto desencadena el
comportamiento maternal de alimentarlas, y la madre alimenta a sus
crías. La boca abierta es otro ejemplo de estímulo señal, que actúa como
un interruptor que enciende un programa determinado genéticamente
(Herrick, 1908; Tinbergen, 1951).
Los etólogos también explicaron la respuesta innata de escape de los
gansos pequeños que recién han roto el cascarón. Cuando éstos son
puestos a prueba con una silueta de cartón con forma de halcón que se
mueve sobre ellos, esto desencadena una respuesta característica de
escape. Los pequeños gansos se agazaparán o correrán. En cambio, cuando
la silueta se invierte para que parezca un ganso, no hace efecto
(Tinbergen, 1951). Diversos integrantes de la comunidad científica
dudaban de la existencia de un instinto tan invariable, pues algunos
científicos no lograron repetir los resultados de estos experimentos
(Hirsh y otros, 1955). Recientemente, Canty y Gould (1995) replicaron
estos experimentos clásicos y explicaron por qué habían fallado los
otros. En primer lugar, los gansitos sólo responden a la silueta cuando
tienen menos de siete días de edad. Segundo, se debe usar una silueta
grande, que haga sombra. Tercero, los gansitos responden a
diferentemente la percepción del predador, según las circunstancias. Por
ejemplo, las aves sometidas a la prueba individualmente tratan de
escapar de la silueta del halcón, y las aves criadas y expuestas en
grupos tienden a agazaparse (Canty y Gould, 1995).
No obstante, la base de la respuesta tiende a ser el miedo. Se ha
comprobado que patitos de corta edad tienen una mayor variación en el
pulso cardíaco cuando ven la silueta del halcón (Mueller y Parker,
1980).
Investigaciones de Balaban (1997) indican que las vocalizaciones y
movimientos de cabeza de los pollos, que son propios de la especie, son
controlados por grupos distintos de células cerebrales. Para
demostrarlo, Balaban trasplantó células nerviosas de embriones de
perdices a embriones de pollos. Los pollos nacidos de los huevos
trasplantados tuvieron trinos y movimientos de cabeza típicos de las
perdices.
¿Hay patrones fijos de acción similares en los mamíferos? Fentress
(1973) dirigió un experimento con ratones, que mostró claramente que los
animales tienen patrones de comportamiento instintivo propios de cada
especie, que no requieren de aprendizaje. Ratones de un día de vida
fueron anestesiados y se les amputó una parte de sus patas delanteras.
Se les dejó una parte suficiente de esas patas como para que pudieran
caminar con facilidad. Las operaciones fueron realizadas antes de que
los ratones tuvieran movimientos plenamente coordinados, de modo que no
tuvieron oportunidad para aprender. Cuando estos ratones se hicieron
adultos, siguieron teniendo comportamientos propios de su especie, como
el movimiento de lavarse la cara. Los ratones normales cierran los ojos
justo antes de que las garras pasen sobre su cara, y los amputados
también los cerraban antes de que la garra inexistente les tocara la
cara. Fentress (1973) concluyó que este experimento demostraba la
existencia de instintos en los mamíferos.
Esto es a grandes, muy grandes rasgos lo que Konrad Lorenz llegó a
desarrollar y descubrir a través de sus trabajos y observaciones.
Recibió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1973, compartido con
Nikolaas Tinbergen y Karl R. von Frisch los tres zoólogos, y todos
trabajando en el estudio del comportamiento animal, lo que causó cierta
sorpresa en el mundo científico. Los argumentos del tribunal sueco de
los premios Nobel, fue que sus trabajos contribuían a comprender mejor
algunos aspectos de la psiquiatría.
Falleció en 1989 en Alterberg, Austria.
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